Sacó el disco y vio que en el título decía ser música para
niños. Así que se lo llevó para el cuarto de los niños y lo puso en un pequeño radio portátil que allí había, mientras metía
a Jared en su cuna. En eso escuchó a Monina llamarla desde la sala. Doña Ramona y la mamá de Luis habían sido comadres. Era
ella quien de vez en cuando cuidaba a Ramón y a los niños cuando se presentaba alguna emergencia. Y era además quien le contaba
a Yamileth todas aquellas cosas que sucedían en la calle, que Luis no le contaba. Monina le entregó las lleves del apartamento
y Yamileth le preguntó si había visto a Luis. ---No ha veni'o en to' el día. El que subió fue el goldo buscando comida.---
Yo había pasado todo ese día con Luis "observando pájaros",
que era el tape para monitorear de lejos las transacciones y el perímetro. Teníamos binoculares, cámaras con telefotos, libros
de aves endémicas y un rifle calibre cincuenta con mira telescópica. Regresamos cuando ya comenzaba a oscurecer, con las llaves
de una casa que Luis había comprado.
---Nos vamos de aquí ---le dijo a su esposa poniendo las
llaves en su mano---. Hay que hacerle unos cuantos arreglitos pero tiene cuatro dormitorios, que ya no vamos a estar tan apretados.
Mañana vamos para que la veas. Fue lo mejor que pude conseguir con el dinero que tenía. Yo espero que te guste.
---No te preocupes que me va a gustar. Es más, ya me está
gustando.
Luis se sentó en la sala y encendió el televisor. Yo ya me
estaba despidiendo cuando escuche a un reportero entrevistar a un sobreviviente de un incendió ocurrido en un cine no lejos
de casa.
---Bueno--- decía el joven con voz agitada, ---cuando las
alarmas empezaron a sonar los empleados del cine entraron diciendo que saliéramos ordenadamente por las salidas de emergencias
y todo eso. Pero tú sabes como es la gente. To' el mundo empezó a empujar y a querer salir primero. Y cuando vieron que las
salidas de emergencia no abrían, ahí fue que se armó un revolú, y la gente pasándole por encima a los demás. A mi me agarraron
por un brazo y yo empecé a tirar puños también...
---¿O sea que es cierto lo que se han venido diciendo de
que las salidas de emergencias no abrieron?
---Por lo menos en la sala que yo estaba no las pudieron
abrir.
---Ya lo han escuchado ustedes. Y como bien lo dijeran anteriormente
oficiales de la policía y del cuerpo de bomberos, es muy probable que haya habido mano criminal, por el hecho de que al parecer
algunas salidas de emergencia habían sido deliberadamente bloqueadas. Hasta el momento se han reportado ochenta y seis murtos,
la mayoría de ellos mujeres y niños, fallecidos al ser atropellados por la multitud que buscaba desesperada escapar del lugar.
Es un suceso terrible, y las autoridades indican que pudo haber sido mucho peor de haber ocurrido entrada la noche cuando
es el momento de mayor concurrencia...
Yamileth, que se había acercado poco a poco y sentado junto
a su esposo, abrazaba a su niña, quien estaba de pie entre sus piernas cepillando el cabello a una muñequita.
---Yo estuve a punto de llevarme a los nenes a ver una película...
Ella y Luis se miraron. la niña se subió al sofá y se sentó
entre los dos. Luis le dio un beso en la cabeza. Después que yo me fuí, Luis continuó viendo las noticias mientras cenaba
frente al televisor. El presidente de los Estados Unidos anunciaba la restauración de las relaciones con Cuba tras más de
medio siglo de embargo. Tras la muerte de Castro Cuba entró en un proceso de transformación similar al que ocurriera en España
tras la muerte de Franco. Algo así como: ni hablemos de eso y hagamos como que nunca ocurrió. Las noticias que siguieron a
esta echaron por tierra el alegado triunfo de la paz y seguridad proclamada por el presidente en su discurso. Las guerras
entre narcotraficantes continuaba cobrando vidas aquí y en todo el mundo. Dos trenes chocaron en Carolina del Norte. Un avión
de pasajeros se estrelló en España, otro en Rusia, y otro en Japón. Un suicidio en masa en Tailandia. Un terremoto sacudió
América Central, y otro al sur de Italia. Y una fuga radioactiva en la India arrasó una población entera. Cuatro bombas estallaron
matando a centenares de personal, la primera en Cachemira, otra en Bagdad, otra en Manila y la cuarta en Jakarta. Al final
del noticiero Luis había contado casi medio millón de muertos entre noticia y noticia.
Esa noche, mientras hablaba con su mujer acerca de la casa,
Yamileth se acordó de doña Marina y le contó a Luis sobre ella y sobre Alberto. Entonces se acordó de su cita del sábado con
doña Marina, y se dió cuenta que si se iban a mudar esa semana, no estarían allí para recibirla el sábado. Pero Luis le dijo
que podían ir a ver a Alberto al hospital, y contactarla por medio de él.
Todos los domingos de mañana Luis iba a casa y nos poníamos
a lavar los carros. Eso ya era rutina. Una escusa para pasar un rato hablando de lo que fuera. Pero ese día vino a buscarme
para que le ayudara con su mudanza. No había siquiera llevado a su esposa a ver la casa como habían planeado la noche anterior,
pues ella insistió en que no era necesario. Madrugó ese domingo para comenzar a empacar. Muchas veces uno está con alguien
y no tiene tema de que conversar. Pero cuando nos juntábamos Luis y yo nunca nos faltaba tema. Tal vez por eso es que llegamos
a ser tan buenos amigos. ¿O será que por ser buenos amigos es que nos atrevíamos a hablar de lo que fuera? Desde que mi madre
se fue a Santa María y me quedé solo en la casa, pretendí darme la vida de adulto soltero. Cada vez que hablábamos del tema,
Luis siempre defendía la vida de casado, mientras yo esgrimía los mismos argumentos de siempre tratando de hacer ver la soltería
como la mejor opción. Aunque yo sabía que no engañaba a nadie.
---Tu tuviste suerte de encontrar la una entre un millón.
Cuando yo encuentre la mía te aviso.--- le decía.
Para Luis su vida de esposo y padre era su religión. Para
mi la vida de soltero era una mierda; pero no encontraba en ninguna parte una mujer que se pudiera merecer que yo la amara
con la devoción con que Luis amaba a Yamileth. O mejor dicho, nunca aprendí a amar la mujer que mereció que yo la amara con
tal devoción. A todas las mujeres que conocía les encontraba algún defecto. Luis decía que eran manías mías. Pero yo estaba
convencido de que el mundo era tal y como yo lo apreciaba. Que las mujeres solo estaban pendiente al dinero y al lujo. Que
nadie se preocupaba por los sentimiento sino solo cuando era heridos los suyos, pero por lo demás no vacilaban en violar la
dignidad de otro ser humano. Todo el mundo estaba envuelto en una carrera sin fin por ver quién moría con más juguetes. Como
si el propósito del ser humano en la vida fuera el llegar a ser la envidia de los demás. Que las mujeres no escogían al hombre
por su carácter, ni siquiera por su apariencia, sino por su carro y la cantidad de dinero en su cartera. Yo no confiaba en
nadie. Si acaso, tal vez en Luis y en mi madre. Era un amargado que por lo vivido había perdido toda confianza en la humanidad.
Cada vez que estando solo en mi casa me venían a la mente estos pensamientos, me sentaba a ver la película Scar Face, solo
por ver la escena en el restaurante cuando Tony Montana pregunta sí eso era todo en la vida: "comer, beber, oler, chingar,
mamar..." para al menos escuchar que alguien en este mundo, aunque fuera el personaje de una película, compartía mi desilusión
con la vida. Porque al ver mi vida no le encontraba significado. Deseaba algo mejor pero no sabía qué era ni dónde encontrarlo.
Y en mi desvarío terminé haciendo aquello que criticaba. ¿Será que Alejo Carpentier tenía razón? ¿Que és parte de la naturaleza
humana sentirse inconforme con su estado actual cualquiera que este sea? ¿Que en el reino de este mundo siempre veremos defectos;
y que solo en el reino de los cielos la lucha y el esfuerzo por alcanzar la felicidad no tienen razón de ser? Para un ateo
aquello no eran sino malas noticias. Como me dijera Luis un día: "Si Dios no existe, entonces no hay esperanza de que el bien
algún día triunfe sobre el mal." Yo sabía que la raza humana era incapaz de salvarse a sí misma de la injusticia social; y
a la misma vez vivía convencido de que el reino de los cielos era una creación humana para distraer nuestras mentes de ello.
Aunque no sabía si la religión había sido creada por el opresor para mantener oprimido al oprimido, o si había sido creada
por el oprimido para darse a sí mismo esperanza de que algún día se libraría del opresor; la conclusión era la misma: La religión
no es más que un plasebo.
Es gracioso. Yo siempre me consideraba estar por encima de
la mayoría, porque dedicaba mi mente a pensar en estas cosas. Pero ahora veo que yo también era culpable de los mismos pecados
de los cuales acusaba la humanidad. Toda aquella filosofía tenía un único propósito, excusar mi no creencia en Dios. No era
producto ni tenía como objeto el conocer o entender la verdad, sino en crearla. Mi propia verdad. Aquella que me convenía
y que excusaba mis pecados. Pues yo también viví una vida egoísta y materialista. Pero me excusaba a mi mismo diciendo que
los demás lo hacían porque son malos; pero yo lo hacía porque tenía que sobrevivir en un mundo de malos. Aun después de aquel
domingo de la mudanza; cuando filosofando sobre las mujeres y el matrimonio, Luis me dijo: John Lennon tenía razón. Lo único
que necesitamos es amor, y yo consentí; seguí viviendo mi vida como si no lo hubiera hecho. La realidad es que yo nunca supe
que era el amor ni dónde encontrarlo. Sí, todo eran manías mías, como Luis decía. No era más que un engreído que pretendía
que la gente actuara y viviera como yo quería. Por eso es que terminé solo, porque mi arrogancia era tal que ni mi madre me
soportaba. Y si Luis era mi amigo es porque nuestra amistad venía desde la infancia. Antes de que me volviera un perfecto
idiota. Pero de habernos conocido de adultos seguramente no me hubiera soportado, así como su esposa no me soportaba.
---Si, lo único que hace falta es amor pero los seres humanos
somos egoístas por naturaleza. Nadie quiere a nadie sin esperar ganar algo a cambio ---le dije.
---Cuando uno ama a alguien ---contestó Luis--- por supuesto
que desea algo a cambio. Desea ser amado también.
Cuando llegamos a la casa Luis me contó de la enfermedad
de Alberto. Luis fue a visitarlo al hospital el día después de la mudanza. Yo me esperé hasta el próximo fin de semana. Cuando
le pregunté cómo estaba me dijo mejor de lo que jamás he estado en la vida. Estaba flaco hasta los huesos y pálido. Hasta
los cabellos de su cabeza lucían más finos y frágiles, y tenía unas úlceras alrededor de la boca. En fin, se estaba muriendo.
Se podía ver a simple vista. Aunque le pusieron la "recién descubierta" vacuna contra el SIDA ya había estado tiempo suficiente
con la enfermedad como para adquirir hepatitis, tuberculosis y quien sabe cuantas enfermedades más. ¿Cómo entonces decía que
nunca había estado mejor? Recibí su respuesta sin tener que hacer la pregunta. ---"Cristo al fin me alcanzó."--- Lo primero
que me vino a la mente fue "desesperación de moribundo". Pero traté de contener mi escepticismo y mostrarme alentador.
---Eso es bueno. El creer en Cristo te ayuda a tener una
actitud positiva. Eso ha ayudado a mucha gente a sobrevivir hasta cáncer.--- Mientras decía eso pensaba: ---"Que montón de
estupideces estoy diciendo."--- Y su respuesta me hizo sentir más estúpido aún
---Dios puede sanarme si quiere. Pero no estoy esperando
que me sane. Ya él ha hecho un milagro aún mayor; ha abierto mis ojos a la luz. No soy un moribundo desesperado que después
de agotar todos los recursos de la medicina ahora espera un milagro del cielo.
Siendo un ateo, mi deporte favorito era poner en evidencia
la "estupidez" de todo aquel que creyera en algo que no fuera probable a través del método científico. No fue con premeditación
que traté de hacer lo mismo con Alberto. Solo me salió natural.
---¿Pero acaso Dios no quiere que sus hijos sean felices
¿Por qué no habría de sanarte si realmente tiene el poder para hacerlo?
---Claro que Dios tiene el poder para sanarme. Y por supuesto
que desea que seamos felices. Pero su principal objetivo es salvarnos. Y sí para lograrlo tiene que dejarnos padecer en esta
vida, ¿qué es esta vida en comparación con la vida eterna?
---Así que Dios te ha dado esa enfermedad para salvarte.
---No. Dios no me dio esta enfermedad para salvarme. Tampoco
para castigarme. Esta enfermedad me la provoqué yo mismo. Nunca has leído que Cristo está a la puerta y llama. Eso es todo
lo que él hace. Simplemente se para en la puerta y nos llama. Él no trata de forzar la cerradura, no se cuela por la ventana,
ni tira la puerta abajo de una patada. Él humildemente permanece afuera; y espera que en algún momento dejemos de estar tan
concentrados en las cosas de este mundo que podamos escuchar su voz. Eso es el libre albedrío. Él me llamó toda mi vida, pero
yo no lo escuché. Yo fui como el hijo pródigo. ¿Sabes? Desde niño tuve la oportunidad de disfrutar del amor del Padre, pero
siempre me negué. Aquella noche cuando me encontraste tirado en aquel hospitalillo, me vi a mi mismo tirado entre los cerdos.
Fue allí que por primera vez pude oir la voz de Cristo. También te está llamando a ti. No esperes hasta encontrarte tirado
entre los cerdos para responderle.
Si hubiera escuchado a Alberto en aquel momento, me hubiera
librado de esta angustia de muerte; pero endurecí mi corazón e hice lo que hace todo hombre desesperado. Le di un golpe bajo.
---Si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que Rafaelito
muriera? ---le dije.
---Ese es el problema con nosotros los seres humanos. No
le damos a Dios espacio alguno en nuestras vidas, pero cuando algo malo pasa queremos que intervenga. Y vivimos la vida echándole
la culpa a Dios por el mal que nosotros mismos creamos. No esperes que Dios venga y abra el Mar Rojo si no eres fiel como
Moisés. Esa misma actitud fue la que me llevó a destruir mi propia vida. Pero entiende algo. Dios no es el causante de los
sufrimientos y los males en este mundo. Tampoco fue él quien quiso que Rafael muriera. Ni tampoco quiso que yo destruyera
mi vida metiéndome droga. Todo eso fueron resultados de decisiones y acciones humanas. Pero Dios es sabio y sabe como sacar
cosas buenas aun de nuestras malas decisiones, si nos volvemos a él. Ahora sé que vendrá un día en que volveré a ver a mi
hermano. Esa es mi esperanza y mi fe. No necesito que Dios me sane. Ahora mi vida es Cristo y el morir me es ganancia. Pues
si Dios me pone a dormir ahora, la próxima vez que abra mis ojos, todo el sufrimiento habrá terminado, y hasta volveré a ver
a mi hermano.
---¿Y cómo tu sabes que Rafael va a estar allí? Él nunca
aceptó a Cristo ni nada de eso.--- le dije mientras pensaba; Sí, sí. Cristo viene. Ya llevan más de dos mil años diciendo
lo mismo.
---Tú conociste a Rafael. --- me dijo--- Tú sabes que nunca
fue malo. Claro que hacía sus travesuras y todas esas cosas que los niños hacen. Pero en su concepto de lo que era bueno y
malo hizo lo bueno. La justicia de Dios no es como la de los hombres. Él nos juzga conforme a nuestro conocimiento. No letra
por letra de lo que está escrito, sino por la inclinación de nuestro corazón. La inclinación del corazón de mi hermano, desde
donde mi memoria alcanza hasta el día en que murió fue hacia el bien. Tú también siempre has sido bueno. Te preocupabas por
mi. Por defenderme... Conforme a tu conocimiento sobre lo que es bueno y lo que es malo tu corazón se inclina hacia lo que
es bueno...
---Pues, eso lo dice todo. Yo también soy salvo.--- respondí.
---No. Porque tú tienes hoy la oportunidad de conocer más
acerca de cual sea la voluntad de Dios. Dios no te juzga por lo que ignoras. Pero si tuviste la oportunidad de saberlo y simplemente
no te dio la gana saberlo, ya la historia es diferente.
---No pierdas tu tiempo predicándome porque yo ya he escuchado
todos los sermones habidos y por haber; y no creo que haya cosa alguna que tú me puedas decir que me convenza. Pues al fin
y al cabo si Dios es tan amoroso, ¿cómo es que no nos perdona a todos de una vez y arregla este mundo? Y si todo lo sabe,
¿por qué creó al diablo y permitió que todo se fastidiara?
---Porque Dios es amor.
---¿Y?
---Dios es amor. Y el que tiene amor necesita amar. Por eso
Dios nos creó. Porque necesitaba a quien amar. ¿Haz visto alguna vez una abeja en la noche revoloteando alrededor de un foco
encendido? Es porque las abejas fueron creadas con una función. Y todo el día lo pasan buscando flores. Yendo y viniendo de
la colmena, utilizando el sol como guía. Pero a veces llegan tan lejos que el sol se pone antes de que logren llagar al panal;
y terminan confundidas revoloteando alrededor de alguna bombilla. Sabes. Dios pudo habernos hecho así. Como las abejas. Sin
voluntad propia. Programados para hacer su voluntad sin importar qué. Eso es lo que nosotros hubiéramos hecho de haber estado
en su lugar, porque somos egoístas. Pero Dios es amor. Necesita amar y que le amen. Y el amor solo puede ser voluntario. Y
solo un ser racional puede tener la voluntad de amar. Dios sabía que al crear seres que pudieran razonar estos decidirían
no amarle, pues aunque fueran racionales como él, no entenderían el bien y el mal de la manera que él los entendía. Pero también
vio que una vez esas criaturas vieran las consecuencias del pecado, podían llegar a ser lo que él anhelaba. Así que sabiendo
las consecuencias y el resultado final, Dios concluyó que el resultado final bien valía el sacrificio inicial. Así creó Dios
los ángeles y a nosotros. Y nos creó perfectos. Tan perfectos como un ser creado podía ser.
No me gustó que un muchacho que apenas llegó al séptimo grado
me diera lecciones de filosofía, así que lo interrumpí. ---Alberto, me alegro por ti que te sientas feliz. Que estés positivo.
Pero no esperes que yo comience a creer en Dios y en la Biblia y esas cosas. Yo solo creo en hechos...
---Ver para creer.--- me dijo. ---Bienaventurado el que no
vio y creyó. No esperes a ver algo sobrenatural para creer. Puede que cuando lo veas sea demasiado tarde. Oye, no fue mi intención
sermonearte. Es que... ya tú sabes... de la abundancia del corazón habla la boca. Espero que esto no te desaliente a venir
a visitarme de vez en cuando.
---No te preocupes. Pero espero la próxima vez ir a verte
a tu casa y no aquí.
Siempre creí que los que creían, creían simplemente porque
querían creer. Pero nunca lo miré desde el otro lado. Que los que no creíamos, no creíamos porque no queríamos creer. Alberto
tenía razón. Yo no creía en lo sobrenatural porque nunca había visto algo sobrenatural ocurrir. O tal vez cosas sobrenaturales
pasaban a mi alrededor, pero como no las quería ver no las veía. Acababa de ver a Alberto y hablado con él por largo rato
sin oirlo proferir una sola maldición. Ni siquiera un pensamiento negativo. Ni siquiera se molestó conmigo por portarme como
un perfecto idiota frente a su lecho de enfermo. Salí del hospital porque en realidad no quería seguir escuchando lo que Alberto
decía. Y no hice más que llegar a la casa de Luis y retomé el tema donde mismo lo había dejado.
---Dios creo al hombre perfecto ---decía la tía de Alberto
cuando entré a la sala---. Había sido creado a imagen de Dios. Y así como Dios es amor también el hombre lo era cuando salió
de su mano...
La visita de la tía de Alberto se había convertido en un
estudio bíblico. No por accidente o por casualidad, sino con toda premeditación y alevosía de su parte. Yo inmediatamente
traté de escabullirme e irme a jugar con los niños al cuarto, pero el bebé estaba dormido y la niña estaba sentadita muy atenta
en la falda de su madre.
---La naturaleza del hombre era el amor ---continuó---. Pero
al entrar el pecado se tornó egoísta.
¡El ser humano egoísta por naturaleza! Eso era lo mismo que
yo siempre decía, así que se me despertó la curiosidad por el tema, y ya no intenté escaparme. Otra característica de nosotros
los seres humanos, producto de ese mismo egoísmo; nos gusta que nos den la razón. También Luis había pretendido dejar a su
esposa atendiendo a su visita y desaparecer, pero cuando doña Marina entró, Luis vio por primera vez como Ramón parecía tener
conciencia de lo que ocurría a su alrededor, pues su mirada perdida se enfocó en ella y hasta pareció que sonreía. Yo reconocí
la tía de Alberto tan pronto la vi. No había cambiado mucho. Solo que su cabello ahora era gris y no castaño. Aunque los adventistas
acostumbraban ir a la iglesia los sábados, para aquel entonces hacía más de un año que ella solo iba ocasionalmente. Su iglesia
había cambiado mucho en los últimos diez años. Algunos miembros se habían vuelto radicales y en extremo austeros. Esos miembros
decían de si mismos que aquello era un reavivamiento. Mientras que otros se tornaban más liberales y luchaban contra las normas
y tradiciones de la iglesia como si se tratara de abolir la esclavitud. Con el tiempo, los fanáticos terminaron en su mayoría
abandonando la iglesia. Algunos uniéndose a otras denominaciones que compartían sus ideologías represivas y otros creando
sus propias sectas, pero todos acusando de corrupta la iglesia a la cual alguna vez pertenecieron. Entonces el secularismo
dominó la iglesia y esta se transformó en una especie de club social. Un lugar de sano entretenimiento. Los himnos tradicionales
fueros sustituidos por música más alegre y festiva. Y los sermones se tornaron políticamente correctos para no herir la sensibilidad
de nadie. Y todos repetían la misma aseveración que aquellos fanáticos una vez dijeran; "estamos experimentando un reavivamiento".
Pero el reavivamiento consistía en mayor volumen en el audio, mayor velocidad en el tempo de la música, en alzar los brazos
y dar palmadas. Miembros se casaban y se divorciaban. Los chismes de fornicación, adulterio y corrupción corrían por los pasillos.
Pero todo lo arreglaban con decir "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra." Doña Marina vivía vergüenza ajena.
Ella y algunos otros se dieron cuenta de lo que pasaba; pero al expresar su sentir fueron acusados de ser unos fanáticos como
aquellos austeros que otrora habían abandonado la iglesia y ahora la difamaban. Pero ese no fue el caso con doña Marina. Aunque
los servicios de los sábado le parecían más sacrilegio que culto, ella continuó yendo aun cuando se sentía despreciada. Eso
sí, iba todos los lunes y miércoles sin falta. Ella y unos otros quince miembros eran los únicos que asistían a la iglesia
esos días, mientras que los otros trescientos y tantos miembros lo hacían en sábado. Era como si hubieran dos iglesias en
vez de una. Finalmente terminó mudándose a una iglesia mucho más pequeña cuya membresía apenas alcanzaba los cincuenta miembros.
---El ser humano perdió la capacidad de amar cuando Adán
y Eva pecaron --- continuó diciendo---. Hoy día la única manera en que un ser humano puede llegar a amar es mediante el Espíritu
Santo. El amor es fruto del Espíritu. Y según dice San Pablo en la primera carta a los Corintios capítulo trece, excede a
todos los dones. Cuando Dios restaure este mundo el ser humano volverá a ser como fuera al principio cuando salió de la mano
de Dios. Por eso es que hablando de los dones Pablo dice: "...las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas..." Porque
esos dones solo tienen función en este mundo de pecado. Pero en la Tierra Nueva solo el amor continuará existiendo. Pero entonces
será parte de nuestra naturaleza como al principio.
---Pero, es que yo amo a mi esposa ---interrumpió Luis---,
y no tengo el Espíritu Santo.
---Créeme que el Espíritu Santo siempre ha estado guiándote
a ti y a tu esposa...
---Pero es que el Espíritu Santo da señales ---añadió Yamileth.
---Es verdad que el Espíritu da señales, mas no son del tipo
de señales que aprendiste de niña. Pero eso ya sería tema para otro día; y ya hemos hablado bastante. Pero antes de terminar
quisiera preguntarte; ¿por qué tú llegaste a amar a tu esposa?
---Bueno, a mi me agradó desde la primera vez que la vi,
pero nunca tuve la intención de enamorarla. Siempre pensé que un tipo como yo no era digno de una muchacha como ella. Ella
fue la que me demostró amor primero.
---¿Sabes qué? Cristo también nos amo primero. Nosotros ni
le conocíamos y él nos demostró amor muriendo por nosotros. Él dijo: "si fuere levantado, a todos atraeré a mi mismo." Cristo
ya fue levantado en la cruz y nos está atrayendo hacia él. Estamos gravitando entre dos fuerzas; nuestra naturaleza egoísta
que nos atrae hacia la autocomplacencia, y Cristo en la cruz que nos atrae hacia el amor. La dirección en que vallamos va
a depender de adonde fijemos nuestros ojos. Tú no te has dado cuenta aún, pero el Espíritu Santo te lo hará ver. Si ustedes
quieren podemos continuar el sábado.
---Claro.--- dijo Yamileth.
---¿Y que les parece si tenemos una oración?--- dijo poniéndose
de pie. Todos la seguimos. Ella cerró los ojos y comenzó a orar. Yamileth la acompañó, pero Luis y yo nos quedamos con los
ojos abiertos mirándonos. Entonces Luis vio que su hija también lo miraba y cerró los ojos. La niña lo imitó. Yo me quedé
mirando a Ramón en su silla de ruedas con su mirada perdida. Al terminar la oración doña Marina comenzó a cantar: